Es cierto que el conocido como el “Internet de las Cosas”, se está convirtiendo en un tema de conversación entre expertos y no expertos, ya sea en el lugar de trabajo o incluso fuera de él. Y es que es un concepto que no solo cuenta con el tremendo potencial de afectar -y cambiar- la forma cómo vivimos, sino también cómo trabajamos. Y ha supuesto un enorme avance en los últimos años, en especial cuando muchos de los aspectos de esta tecnología se ha abaratado de tal manera, que hoy en día es posible su uso e instalación en la mayor parte de los hogares. Pero, ¿qué es verdaderamente y en qué consiste realmente?.
¿Qué es el “Internet de las Cosas”?
Internet, no hay duda, se ha convertido en un elemento fundamentalmente imprescindible en nuestro día a día. Tanto, que ha llegado a crecer incluso casi a la velocidad de la luz. Atrás quedó cómo era allá por el año 1995, cuando lo utilizaban 44 millones de usuarios. Hoy en día, sin embargo, lo utilizan cerca de 4 mil millones de usuarios, un número que continúa sorprendentemente creciendo a nivel global.
Y se ha convertido en algo tan cotidiano en nuestro día a día que nos sorprende enormemente cuando alguien nos dice que no tiene en casa Internet, o que simplemente no lo utiliza.
Si tuviéramos que definirlo en pocas palabras, básicamente podríamos definir a este concepto como la posibilidad de conectar cualquier dispositivo con una especie de interruptor de encendido y apagado a Internet. Dicho de otra forma, consiste en una red de dispositivos (objetos físicos) que utilizan sensores y distintas APIs con el fin de conectarse e intercambiar los datos a través de Internet.
Es decir, es la interconexión de distintos dispositivos informáticos integrados en objetos cotidianos a través de Internet. Y esto les brinda la posibilidad tanto de enviar como de recibir datos.
Esto incluye prácticamente de todo, desde teléfonos móviles a cafeteras, pasando por lavadoras, lámparas, auriculares y, en definitiva, cualquier dispositivo portátil. Y, además, también se aplica a otros componentes como máquinas, como podría ser el caso de un motor a reacción de un avión, o incluso un taladro en una plataforma petrolera.
En la Domótica, por ejemplo, el Internet de las Cosas es imprescindible, puesto que permite conectar los dispositivos inteligentes tanto a Internet como a otros aparatos, y poder así llevar a cabo nuevas funciones. Por ejemplo, controlar de manera remota diferentes elementos inteligentes, o incluso recibir actualizaciones y/o alertas de estado.
Y el sector ha avanzado tantísimo que, hoy en día, es posible que una aspiradora o una lavadora inteligente se encuentre conectada al Internet de las Cosas, formando parte de ella. Y todo ello gracias al bajo coste de los nuevos procesadores y al avance de las redes inalámbricas, que han ayudado a que no sea necesario contar con un cable conectado a un dispositivo para poder contar con esta funcionalidad.
De esta forma, y tal y como opinan muchos expertos, “todo aquello que se pueda conectar, se conectará”.
Pero, ¿qué supone esto en nuestro día a día? Podemos poner un sencillo ejemplo: supongamos que te diriges a una reunión; tu coche tiene acceso a tu calendario, y además, puede conocer mejor cuál es la ruta más adecuada a seguir, consultando por ejemplo de forma autónoma cuál es el estado del tráfico. Así, si es intenso, incluso el automóvil puede ser capaz de enviar un mensaje de texto a la otra parte con el fin de notificarle que llegarás tarde.
¿Y qué tal si tu despertador te despierta a las 6 de la mañana, y luego notifica a la cafetera que comience automáticamente a preparar tu café favorito?. Es algo que también puede ocurrir con los consumibles y suministros de tu impresora, pudiendo avisar al fabricante que se te está acabando el nivel de tinta, de manera que automáticamente te enviará a casa nuevos consumibles.
Como vemos, las ventajas del conocido como Internet de las Cosas son increíbles. En especial, eso sí, si es bien utilizado.
Originally posted 2019-10-11 18:58:37.